Verborrea mental: Capítulo tres

Verborrea mental: Capítulo tres

En este apartado de verborrea mental del blog cuento aprendizajes y cosas que se me pasan por la cabeza que no tienen nada que ver con las furgonetas camper.

Mis últimos descubrimientos sobre la sociedad humana

Durante los últimos días os he dicho que quería escribir algo que estaba viendo desde que vivo viajando en una furgoneta.

Intento aparcar en frente de lugares muy chulos, ya que vivir en esos sitios donde no pueden hacer un hotel de cinco estrellas, es de lo mejor que tiene este estilo de vida. Al ser lugares tan bonitos, hay mucha gente que va a hacer fotos del lugar. Esto es normal, pero lo que no es tan normal es lo que estoy percibiendo últimamente.

Os cuento la situación ahora mismo. Estoy al lado de una cascada en la subida de Kjerag, en Noruega, está lloviendo y hace frío. Un coche acaba de parar, se baja una pareja, ella con el móvil en la mano y él sin nada. Avanzan dos metros hacia la cascada y ella le da el móvil a él para que saque la foto, ella vuelve al coche para resguardarse del tiempo. Él saca la foto, se monta en el coche y se van. Desde que han aparcado hasta que se han ido han pasado menos de dos minutos ¿Esta foto tiene lógica? 

Es un tipo de foto que yo he hecho en el pasado, ¿Por qué lo hacemos?

No es un caso aislado

Hace poco os hable sobre la experiencia en Preikestolen y en Kjerag. Al final de cada ruta se encuentran dos de los puntos más fotografiados de Noruega. Cuando llegué a Preikestolen, vi que había cola para hacerse «la foto», aunque me chocó, lo podía entender.

Pero tras unas horas por los alrededores y contar, en algún momento hasta 40 personas en cola para hacerse «la foto», me di cuenta de una cosa que no había percibido hasta la fecha. La gente hacía la cola, posaba para la foto y se iba. Casi nadie era realmente consciente de lo que estaba haciendo, solo se les veía preocupados por que la foto saliese bien. La gente apenas miraba a su alrededor cuando estaban en el lugar de «la foto».

Viajamos con prisa

Con 17 años hice un viaje por Europa que duró casi un mes en el que visitamos 17 ciudades. En 2014 hice un viaje de Interrail durante 10 días en el que visité 7 lugares diferentes. En 2017 hice un viaje de mes y medio en el que recorrí 5000 kilómetros. Estas eran mentalidades de viajar totalmente diferentes a la que tengo ahora.

Aunque no me arrepiento ni lo más mínimo, pienso que estos viajes no me permitieron disfrutar como disfruto actualmente de los lugares. Pero como tenía poco tiempo y quería conocer muchos lugares, pues es lo que hacía. Y la verdad es que me encantaba.

Ahora vivo viajando y prefiero hacerlo de forma más pausada, pero he aprendido una cosa; Aunque tuviese 14 días de vacaciones al año, no visitaría más de tres lugares en esas dos semanas. Porque si lo hiciese, tendría que estar yendo a lugares, sacar «la foto» y dos minutos más tarde irme al siguiente (como hacía en el pasado). Eso puede que a la gente le guste, pero ahora si yo puedo evitarlo lo hago, cuando viajo con gente esto no suele ser posible.

Antes lo disfrutaba muchísimo como digo, pero igual era simplemente porque ver menos lugares me parecía no aprovechar el tiempo, creo que hay que experimentar las dos posibilidades para darte cuenta cuál es lo que más te llena.

Si vivir con prisa no es bueno, creo que viajar con prisa tampoco lo es. Las prisas nos hacen vivir en piloto automático y no nos permiten disfrutar realmente de lo que tenemos alrededor.

Quería compartir estos aprendizajes aquí, me gusta sacarlos de mi mente, me resulta sano. Si además puedo abrir los ojos a alguien, pues genial. Pero recordarte que todo esto es solo una opinión personal, todos somos distintos.

¿Cómo te gusta viajar a ti? ¿Has probado las dos formas?

 


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