El otro día os compartí la anécdota de cuando estaba en Noruega y me quedaba sin dinero. Pues hoy os cuento las consecuencias de ello.

Tuve que comer comida de la basura.

Estoy exagerando, no lo hice por necesidad.

Había escuchado hablar del Dumpster Diving y de que muchos supermercados tiran grandísimas cantidades de comida a la basura que están en perfecto estado.

Así que un día, en Noruega, que casualidad había dormido en el parking de un supermercado, fui a cotillear lo que había por ahí a las 5 de la mañana (sí, muchas veces me despierto a esas horas).

Vi un par de contenedores (bastante limpios) que dentro tenían bolsas de basura negras de tamaño industrial. Las abrí y ahí estaba el tesoro. Mucha comida en perfecto estado. Incluso cogí unos plátanos que los dejé madurar en la furgoneta porque pa mi gusto estaban verdes (no es broma).

Además, como a día de hoy todo viene en plástico, pues me daba más seguridad aún.

Os dejo una foto del primer día.

Esto lo hice más de una vez por allá, pero de momento no lo he vuelto a hacer. La auténtica razón por lo que hice esto, es porque me parece lamentable que se tire comida en buen estado. Había cosas que todavía no habían llegado a la “fecha de caducidad”.

Como anécdota os cuento que en Tenerife me comí un yogur “caducado” de hacía dos meses. Estaba perfecto y me sentó genial.

Por cierto, en Instagram compartí un vídeo de lo que me encontraba en estos contenedores. Si queréis ver cosas así, es AQUÍ.