Ayudando en el paraíso

Ayudando en el paraíso

Estoy en la que creo que es mi zona de playa favorita fuera de Australia, Praia da Marinha (Portugal). El año pasado estuve aquí sobre las mismas fechas, fue cuando hice un viaje de mes y medio con mi vieja furgoneta.

 

Distinta furgoneta, mismo sitio.

 

El otro día, cuando llegué a este sitio que temía tener idealizado, aparqué al lado de alguien que se veía que estaba en apuros. Era un viajero checo que viajaba con su familia en su caravana. Se llama Ivo, tiene una pensión no muy lejos de Brno y la cierra durante dos meses todos los inviernos. Este tiempo lo dedica a viajar con su mujer, su hijo y su perro.

Me gusta mucho su historia, ya que cuenta como cuando cumplio 50 años se dio cuenta que necesitaba un cambio en su vida. Quería dejar de trabajar tanto. Todo empezó cuando viajaba por Centroamérica y conoció a gente con una mentalidad muy distinta a la suya que le hizo plantearse muchas cosas. Gracias a este cambio, vivió 4 meses en Tailanda, otros dos en la India, en Brasil y muchos más que o no recuerdo o no me a contado.

 

Ivo escribiendo su nombre con fuego

 

Cuando llegué le vi con el capó levantado y nada más verle le pregunté si necesitaba ayuda. Me explicó que tenía un problema con la transmisión de su furgoneta y que hasta el lunes no podría hacer nada ya que los talleres estaban cerrados. Estuve un rato hablando con él, le dije que era el mejor sitio para tener un problema, que para mi estábamos en el paraíso. Le insistí que cualquier cosa que pudiese hacer no dudase en contar conmigo.

¿Cómo se solucionó el problema?

Un portugués le habló de un buen taller a menos de 6 kilometros de distancia y Ivo estaba decidido a ir el lunes. El plan era que yo fuese detrás de él y si se quedaba tirado, remolcarle hasta el taller.

Eso hicimos, pero no hizo falta mi ayuda ya que consiguió llegar hasta el taller conduciendo despacio en segunda marcha. Las noticias parecían buenas ya que los mecánicos conocían el problema y se pondrían con la furgoneta en ese momento. Asi que despues de una parada en el supermercado volvimos al paraíso.

Al día siguiente tenía la furgoneta arreglada. Le llevé al taller y después yo me dirigí a otro paradisíaco sitio muy cerca de donde estábamos. Ellos acudirian al día siguiente a esta playa llamada Albandeira. Allí nos vimos y me sorprendieron con un regalito, una botella de vino Portugues.

 

 

El último día en esa zona maravillosa, Ivo y su familia hicieron una hoguera en la playa. Yo de mientras daba un largo paseo a Pavarotti, pero luego me uní a ellos. Fue un momento genial donde compartimos charlas interesantes al calor del fuego. También jugamos un poco haciendo fotos.

 

Algo que aprendí de la familia Zapp

Ya he escrito sobre ellos, se trata de una familía que ha pasado 18 años viajando en un coche de 1928. Tuve la suerte de conocerlos y quiero compartir una de las cosas que aprendí de ellos. La gente es feliz ayudando, no todos obviamente, pero si la mayoría. Así que no te cortes, pide y ofrece ayuda.

 

En mi caso así fue, me encantó poder haber ayudado a estas dos familias en lo que pude. Pero no acabó todo ahí porque en esta misma zona me encontré a un sueco con problemas. Pero eso lo dejo para otro día, que vendrá con una anécdota muy graciosa.

 


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