Gato perdido
Gato perdido, si desgraciadamente ese es el título, os cuento que ha pasado. Pavarotti, mi compañero de viaje gatuno, lleva ya unos días que se encuentra demasiado cómodo. Viajar con un gato en furgoneta a veces es divertido, otras no tanto.
A diario le saco a que explore los alrededores, a que coma hierba y a que olfatee todo lo que hay a su alrededor. Le saco con una correa como si de un perro se tratase. Creo que explorar es lo que más le gusta de viajar.
Ya en un par de ocasiones, al abrir la puerta de la furgoneta, Pavarotti ha salido sin previo aviso, siempre de noche.
La mayoría de gatos están más activos cuando cae el sol (genial para dormir con él dentro de la furgo). No he tenido demasiadas dificultades para volver a meterle en la furgoneta o atarle la correa para que esté más seguro.
¿Por qué no soltarle y que esté libre?
Mi intención era ver como actuaba con la correa puesta y decidir si era seguro para él estar libre. Pero una de las mayores sorpresas que me he llevado es que a Pavarotti le gusta andar, andar mucho.
Muchas veces con la correa puesta me lleva muy lejos de la furgoneta, yo no le saco a pasear, es él el que me pasea a mí. No es que de vueltas por los alrededores y luego vuelva, si no que se pone a andar, el línea recta, alejándose más y más de nuestro hogar con ruedas. Solo se para para olfatear y comer hierbas.
Al final le tengo que coger en brazos y traerle de vuelta. Si a medio camino se me ocurre volver a dejarlo en el suelo, Pavarotti camina en dirección contraria a la furgoneta.
Así que la respuesta es no, no pienso dejarle libre porque se puede poner a hacer kilómetros y perderse, los gatos no son como los perros que te siguen, o que les llamas y se acercan a ti, por lo menos los gatos domésticos. Si llamas a Pavarotti en casa, si va a donde ti, pero en cuanto está fuera, está más pendiente de los ruidos y de los olores de alrededor.
Pavarotti, gato perdido
El otro día, muy temprano a la mañana, me encontraba barriendo la furgoneta, abrí la puerta para tirar fuera todos los pelos, arena y polovo que se acomula a diario en el suelo. En ese momento, a mi compañero no se le ocurrió otra cosa que salir, cogí la linterna y fui detrás de él en la más absoluta oscuridad.
Parecía que quería jugar al pilla-pilla. Me miraba y se iba a toda prisa, moviéndose ágilmente entre rocas y arbustos. Finalmente le perdí.
Cómo me sentía
Pasaban las horas y no le encontraba. Perder una mascota que no conoce la zona y sabes que le gusta irse lejos es una gran faena. Por mi cabeza lo primero que pasaba era un fuerte sentimiento de responsabilidad. Yo había decidido llevármelo de viaje. Las primeras horas pensaba que probablemente no le volvería a ver.
Pasado un rato y después de leer en internet cómo recuperar un gato perdido, estaba más calmado, me sentía confiado de que de repente entraría en la furgoneta como si nada hubiese ocurrido.
Lo único que hacía era andar por la zona, llamándole mientras agitaba el bote con su comida. Me crucé perros vagabundos en varias ocasiones, uno de ellos llevaba un conejo en la boca. Le buscaba por todos los arbustos (le encantan), solo dejaba de deambular para comer y para esperarle en la furgoneta mientras buscaba ayuda online.
Era un descampado enorme lleno de miles de arbustos. Los gatos son pequeños, silenciosos y huidizos, así que encontrarle no iba a ser fácil, pernsba que lo más fácil sería que él me encontrase a mi.
¿Que hubieseis hecho vosotros?
Cómo me estoy alargando y todavía hay mucho que contar sobre Pavarotti, el gato perdido, otro día escribiré cómo siguió la historia.
*Actualización: Aquí tenéis la continuación.
*Actualización II: He tomado la difícil decisión de buscar un nuevo hogar para Pavarotti, creo que es lo mejor para ambos. Os dejo aquí mi reflexión al respecto.
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