Furgonetas Camper
Hoy os voy a hablar sobre furgonetas camper. He tenido varias la verdad, y todas me traen increíbles recuerdos.
En Australia, tras alquilar una furgo para un fin de semana y encantarme la experiencia, compré mi primera furgoneta. Ni siquiera era una furgoneta camper, era un monovolumen con un montón de asientos que se abatían y eso hacía que se convirtiese en una cama enorme. Era una Toyota Tarago de 1991, lo único que pude encontrar con mi ajustado presupuesto, 900€.
En cuanto me lo pude permitir, apareció la posibilidad de comprar algo muy superior. Una Mitsubishi Starwagon de 1997. Era preciosa. Por fin una verdadera furgoneta camper.
La compré con la matrícula de otro estado, así que tuve que hacer mucho papeleo y chequeos mecánicos para matricularla en el estado de Western Australia donde yo vivía. Tuve una semana dura para poder rematricularla, así que al terminar y tener por fin la deseada matrícula, decidí coger la furgoneta e irme de viaje para estrenarla.
Tenía un logo que decía Australia en la parte frontal. Por dentro, no era nada más que una «cama» y algo de espacio para almacenar cosas en un lateral. La «cama» en realidad era una madera (sin colchón) donde yo ponía mantas para que fuese un poco más mullida. Puede que la «cama» más incómoda en la que haya dormido nunca. Pero yo estaba increíblemente feliz.
Siguiente furgoneta. Una de mis preferidas. Ford Econovan de 1987.
Tenía algo de oxido, era muy vieja, le costaba arrancar, era muy lenta, si llovía entraba agua, había cosas que no funcionaban…. Pero era preciosa y fue un antes y un después, ahora sabréis porqué.
Era una furgoneta camper completa, con cocina, mesa, frigorífico, techo elevable y fregadero. Además de funcionar a gasolina, tenía la posibilidad de funcionar a gas LPG, algo medianamente común en Australia. Recuerdo como en la gasolinera, cuando quería repostar LPG, al desconectar la manguera del gas sonaba a pedo, y lo peor, olía a pedo. No es broma. Lo bueno es que salía muy muy barato usarla a gas.
Aquí tenéis fotos de la maravilla.
El gran parachoques que tiene en la parte delantera es por los canguros. En Australia es muy común encontrarte canguros por las carreteras, sobre todo de noche. Los pobres se quedan atontados mirando las luces venir y no se apartan, así que muchos coches tienen estos protectores.
En este momento estaba ya bastante emocionado con el mundo camper, y leía mucho sobre el tema. Un día me encontré con un americano que vendía su casa de cientos de metros cuadrados para irse a vivir a una furgoneta camperizada. Hablaba de que menos es más y de que una casa enorme solo le valía para acumular cosas que en realidad no necesitaba para ser feliz.
Me encantó esa idea loca. Le di una par de vueltas y se lo conté a mi pareja (pensando que me tomaría por loco y me mandaría a la mierda). Creo que le acabe convenciendo haciéndole cuentas de cuanto dinero ahorrariamos en tan solo tres meses.
Nos hicimos miembros de un gimnasio que usamos prácticamente a diario para ducharnos y así dejamos nuestro piso para vivir sin dirección fija. Esta es la historia de cómo nos mudamos a una furgoneta camper.
Como veo que esto va para largo otro día sigo con el resto de furgonetas camper que he tenido. Que en total han sido unas cuantas.
Aquí tenéis la parte II.
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