Viajar en tiempos de pandemia
Artículo escrito por
Anna y Alejandro
(@viajandoenblue)
En las siguientes líneas vamos a contar cómo ha sido nuestra experiencia en los meses que hemos estado viajando (de agosto a diciembre del 2020). Por cierto, somos Anna y Alejandro (@viajandoenblue) y rodamos con nuestra perrita Xena en una vieja VW del 2001 de color azul.
Nuestra intención era salir en marzo/abril del 2020, después de acabar con la camperización de la furgoneta, pero…
Confinamiento
Precisamente en la época en la que teníamos que iniciar nuestro viaje empezó el confinamiento (¡qué oportuno!), así que nos tocó esperar. Aprovechamos este período para dejar la furgoneta mucho más preparada de lo que habíamos pensado en un inicio, ya que pudimos dedicarle mucho más tiempo de lo previsto y este fue el resultado:
Al fin, en agosto del 2020, cuando todo estaba un poco más tranquilo, emprendimos nuestro viaje. El primer destino fue Francia, fuimos hacia la costa del Atlántico para subir hasta Normandía. En ese momento, en el país vecino todo estaba bastante calmado y sólo teníamos la obligación de usar las mascarillas en los sitios cerrados. Estuvimos un mes y medio viajando por Francia sin ningún problema.
Encontrar trabajo
Era una tema que nos preocupaba especialmente, pensábamos que con todo lo del coronavirus las empresas no querrían arriesgarse con alguien que venía de España, ya que aquí las cosas estaban peor. Alejandro quería encontrar algo en la vendimia o la recolecta de fruta y la verdad, es que nos costó sólo dos días de preguntar por varias empresas de la zona hasta conseguir un sitio. Lo malo fue que llegamos tarde (como siempre) y solo les quedaba un día de trabajo.
Decidimos dejar de lado la vendimia y centrarnos en la recolecta de manzanas y peras, tuvimos bastante suerte. En uno de los primeros sitios donde preguntamos estaban buscando gente y, además, eran majísimos. Nos quedamos en la furgoneta un mes, cerca de Chambéry, para trabajar y poder seguir con nuestro viaje.
Cruzar fronteras
Después de Francia queríamos visitar Suiza, que tenía bastantes limitaciones pero todavía se podía entrar. En el momento en el que nosotros cruzamos, había restricciones y obligación de hacer cuarentena si venías de España o de algunas de las regiones consideradas de riesgo.
Justamente, la región francesa en la que llevábamos un mes no estaba en esa lista, así que no tuvimos que hacer nada en especial para entrar al país. De todos modos, entramos por la frontera cerca de Ginebra y no vimos ni una sola vez a la policía en todo nuestro recorrido por Suiza.
Algo parecido nos pasó al entrar a Italia, que al venir de Suiza no teníamos la obligación de hacer cuarentena ni test. En ese caso, en la frontera sí que estaba la policía controlando pero no nos pararon ni tuvimos ningún problema.
En Italia tuvimos un par de encuentros con los carabinieri pero fueron más bien informativos; en unas termas de la Toscana nos preguntaron si íbamos a pasar ahí la noche (era un parking de unas 200 plazas y solo estábamos dos furgonetas aparcadas). Nos dijeron que no había problema en que nos quedásemos ahí pero que no podíamos circular de 22:00 a 06:00 por el toque de queda. Consultábamos el estado de las restricciones en las páginas oficiales, tanto de Francia y de Suiza, pero sobre todo y prácticamente a diario, en Italia.
Cambios diarios
Pudimos visitar la Toscana y Lazio tranquilamente, pero entonces llegaron más restricciones a Italia. Empezaron a clasificar las distintas regiones en amarillas, naranjas y rojas. Solo en las amarillas podías moverte libremente (exceptuando el toque de queda nocturno). Nosotros nos encontrábamos en Lazio, que era amarilla, así que nos podíamos mover por allí sin complicaciones, pero no cruzar a las otras regiones. En esa época, fue el único momento en que nos sentimos un poco encerrados por el COVID-19, aunque también nos fue bien para descansar de tantos kilómetros y tanto movimiento diario.
Llegamos a un área de autocaravanas en la que había luz y agua gratuita, además de unas vistas increíbles. Lo bueno es que coincidimos ahí con tres parejas más que también estaban viajando con su furgoneta y se habían quedado atrapados en Lazio. Finalmente, después de dos semanas en el mismo sitio empezaron a cambiar las restricciones de las regiones y pudimos irnos hacia Venecia.
Cara A y cara B
Como muchas cosas en esta vida, tienen su parte positiva y su parte negativa. La parte negativa del coronavirus es muy obvia, y viajando también hemos visto su parte mala; no conocer a mucha gente viajando por el camino, encontrar muchos sitios turísticos cerrados, estar pendiente a diario de las restricciones, no poder disfrutar de cenas en los restaurantes, sentir más preocupación de lo habitual al estar lejos de casa, aceptar la posibilidad de quedarte confinado en un lugar…
Sin embargo, también le hemos sacado la parte positiva y hemos podido ver sitios como la Torre Eiffel, El Coliseo y la Fontana di Trevi sin prácticamente nadie, hemos encontrado trabajo fácilmente, ya que no había muchos temporeros que hubieran subido a Francia, hemos disfrutado de las termas de la Toscana con muuuuuucha menos gente de lo que es habitual, etc.
También nos basábamos en las restricciones de cada país o región para decidir el siguiente destino, así hemos fluido e improvisado mucho (de poco sirve una planificación exhaustiva de la ruta en estos momentos, porque la situación puede cambiar diariamente). A pesar de las circunstancias, ha habido gente que nos ha ofrecido su casa y su ducha, cosa que nos parece extraordinaria.
Pensamientos finales
Nosotros nos hemos sentido muy felices en este viaje, hemos tenido presente la situación mundial que estamos viviendo con la pandemia, pero estamos tranquilos con nuestra responsabilidad individual y social durante el viaje.
Creemos que la furgoneta/autocaravana es una de las mejores formas de viajar en esta época, no solo porque haya menos restricciones en carretera en comparación con el avión o barco, que también, pero sobre todo, por qué hemos tenido mucho contacto con la naturaleza e irremediablemente, muy poco con las personas.
Hemos tenido escaso contacto social, seguramente, mucho menos del que hubiéramos tenido si no hubiéramos estado viajando, así que lo volveríamos hacer sin dudar. Bueno, espera, de hecho, ya estamos planeando el siguiente tramo de viaje…
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