Llegas a un sitio donde empiezas a conocer a gente nueva, ¿Cuál es una de las preguntas más habituales? Seguramente esta:

¿Y tú a qué te dedicas?

Probablemente lo has preguntado y te lo han preguntado en varias ocasiones. ¿Y qué se supone que tienes que responder?

Lo normal es que respondamos con el nombre de nuestro puesto de trabajo.

¿Siempre nos apetece hablar de trabajo en nuestro tiempo libre?

En la mayoría de casos la respuesta es negativa.

Entonces, ¿Por qué lo hacemos? Igual es porque pasamos la mayoría del tiempo en nuestro trabajo, no lo sé.

¿Que quiere decir esta pregunta?

No quiero generalizar, porque sé que muchísima gente no es como lo que voy a describir.

En muchas ocasiones, cuando alguien hace esta pregunta en algún tipo de reunión social, quiere compararse con los demás.

Quiere saber si puede ser «amigo» de esa otra persona que tiene delante.

Si el que hace la pregunta es un famosísimo neurocirujano y el que la responde trabaja como basurero, en la mayoría de ocasiones, esa relación no llegará muy lejos.

¿Cuál es el motivo?

Yo no sé la respuesta, pero te animo a que si la conoces la escribas en los comentarios.

Lo que sí sé, es que la mayoría de personas nos preocupamos demasiado por lo que piensa el resto de la gente. Si esto no fuera así, todo nos iría muchísimo mejor a todos. Estoy seguro.

Detrás de esta pregunta se pueden esconder diferentes cuestiones, por ejemplo:

¿Cuánto dinero ganas?

¿Cuál es tu estatus social?

¿Mi puesto de trabajo está por debajo o por encima del tuyo?

¿Eres más rico que yo?

¿Esta persona merece mi atención?

Pero… ¿y si alguien responde a esa pregunta con algo menos «normal»?

Imagínate que te responden que se dedican a buscar la felicidad, o a aprender de los demás, o a ayudar a todo el que lo necesita.

¿Qué pensarías de ellos?

No sé tú, pero a mí me encantaría una respuesta parecida.

Aquí otro ejemplo.

– Y tú, ¿a qué te dedicas?

– Pues yo soy un apasionado del submarinismo y de volar en ala delta. ¿Y tú que amas hacer?

Un anécdota que no sé si viene a cuento

Un día, en mi pausa de trabajo, salí con un tupper a comer a un banco de la calle en frente del río.

Era un día soleado con temperatura perfecta. Se acerca un barrendero y me dice;

¡Esto es vida! ¿verdad?.

Creo que no fui consciente de ese momento perfecto que estaba viviendo.

Estuve charlando un rato con él. Era una persona feliz, una de las personas que más felicidad me ha transmitido en bastante tiempo.

Solo hablaba de lo bueno que tenía. Estaba agradecido por sus horarios, por el tiempo que hacía en ese momento, por su trabajo y seguramente también está feliz por todo lo que sucede en su vida.

Todos tenemos cosas por las que estar agradecidos. Sólo tenemos que pararnos un momento y ser conscientes de ello. Esto es lo que nos hará felices.

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